miércoles, 19 de diciembre de 2007

BENDITO OMBLIGUITO



Para el mellizo psicótico, que más o menos está así.

''Pero no dejaba de pensar en ella. Y cada vez que cerraba los ojos veía su cara, y su nombre se metía en mi boca, y la mano corría hacia el bolsillo para robar su voz al teléfono.''


Visto por esos mundos de blogdios.

P.D. Peasho cabrona, lo sé. Ja.

7 comentarios:

Akroon dijo...

Mmmmmmmmmmmmmmmmmm... c'est l'amour!!!!!!!

Está bien no confundir las localizaciones y no meterse el móvil en la boca...

Bendito tu mellizo psicótico... suertudo!!

Por cierto, bienvenida al club, querida... Me ha parecido ver que tenías un troll instalado en tu lindo jardín. Lo habrás echado a escobazos...

Ya sabes, cuando uno tiene un troll en el jardín, es que es un puto mito... ;)

Hyku dijo...

...y cierra los ojos, y halla su aroma en el recuerdo, siente su tacto en las manos ahora vanas, es capaz de escuchar su respiración entre el gentío y de saborear tras tanto tiempo el sabor de sus labios, del beso que nunca le dió.

Y al abrir los ojos y verla pasar sin dirigirle la mirada pensó que nunca estar lleno de amor resultó tan inútil...y tan inevitable..

Besos

Srta. Effie dijo...

Ak,

Habrá que abrir la ventana. Parece ser que el amor está en el aire.
Lo malo es que yo me constipo en cuanto abro un poquito.

Supongo que sería algo más que apuntar a la teoría del gilipollas.
Pásale nota al Maestro Mantel.

Al elemento barrido de la faz de este blog, y bien pensado, debería darle las gracias. Es que Akroon, amiga mía, aunque una tiene las carnes prietas y estupendas, ya no tiene edad, y el que me llamen zorra es como quitarme años.

Estoy pensando en recuperar el pareo del funeral del Sr. Ingle, que si mi amigo el mellizo sigue por este camino, tendré que lucir palmito en el posible bodorrio que se marcará en breve.

Y Mellizo mio, no soy buena: soy mala de cojones.
Pregunte por ahí, pregunte.

Srta. Effie dijo...

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mi como una luna en el agua.

De triple rizo portugués, po supuesto.

Un beso.

Borde dijo...

"Tengo que averiguar si los bolsillos, como los armarios empotrados, se comunican entre sí secretamente. En tal caso, igual que ahora puedo entrar en el armario de un hotel para aparecer al instante en el de tu dormitorio, también sería posible que un objeto cualquiera introducido en el bolsillo de mi chaqueta -un anillo, una flor, una postal- cayera en realidad en el de la tuya. A ver si puedo confirmar esta hipótesis y encontrar el conducto que une todos los bolsillos del universo mundo, porque de esta manera, al meter mi mano en el bolsillo de mi pantalón, podría aparecer en el bolsillo de tu falda; así, en lugar de sentir a través del forro mi muslo, presentiría el tuyo, y al rascarme rascaría tu pierna, y al alcanzar con la punta de los dedos mi sexo estaría en realidad rozando el tuyo. Mientras esperara el autobús metería distraídamente las manos en los bolsillos y nadie sospecharía que al acariciar mis ingles y sus alrededores estaría en realidad explorando la periferia de las tuyas. Y tú, dondequiera que estuvieras -quizá en el metro o en otra parada de autobús-, percibirías mis caricias y meterías las manos en los bolsillos de tu falda, pero en lugar de alcanzar tu sexo, tropezarías con el mío. Y así, aunque separados por calles y edificios, yo me ocuparía de tu excitación y tú de la mía sin que los transeúntes ni los guardias llegasen a percibir este tráfico de manos y de sexos. Y dejaríamos dispuesto que al morirnos nos enterraran con las manos en los bolsillos para no dejar de tocarnos, primero con nuestras fallecidas huellas dactilares y después con la punta de los huesos. Y así no importaría que nuestras tumbas estuvieran muy separadas, porque por entre los forros de nuestras mortajas intercambiaríamos uñas y falanges y gusanos de seda."

Ni es original, ni nuevo, pero sigue valiendo.

Srta. Effie dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Srta. Effie dijo...

Millás dixit.

Si Usted y yo seguimos así, nos van a cobrar, querido.

Que bonito es el amor, recoños.
¿Verdad?