viernes, 9 de febrero de 2007

EL AMOR SE NOTA EN LAS NALGAS

Hace tiempo vi una película que quería ser de miedo y no recuerdo demasiado bien (ni demasiado mal, o sea, que no me acuerdo) del argumento. Pero si recuerdo que el protagonista, o uno de ellos, tenía su memoria, y hablo de la imagen mental de sus recuerdos, organizados por estanterías y por secciones. Muy apañado el tipo.
No puedo decir lo mismo de mi Fabián, que aunque es de mis mejores amigos y el mejor cameraman que conozco, es de una complejidad extrema en su mundo interior. Y tanto es así que se podría decir que ha establecido, digamos, una relación especial con el resto del universo: si no eres capaz de escuchar la música de las esferas, es imposible que entiendas nada de lo que dice la criaturita.

Evidentemente, los que le queremos y escuchamos, nos hemos visto obligados a acudir al gintonic.


-Fabi, no entiendo.
-Mujer, a tu edad es normal que empieces a dejar de entender las cosas. Mira, si fueras de Suiza, te dedicarías a hacer relojes encerrada en cualquier sótano y no molestarías al mundo con tu ignorancia. Pero como soy una estupendísima persona y mejores cosas, te lo explico otra vez. Y por partes.
-Eso, que el ojo humano no es capaz de captar con una sola mirada semejante engendro.
-Pon atención, Niña Eva: Mauro y Claudia son dos personas que se conocieron. ¿Y porqué? Pues por qué tenían que conocerse. Él de Argentina y ella de aquí, al lado de casa. Mauro tenía una hernia inguinal que para mi fue una pena saber que todo aquello era una hernia inguinal. Claudia gozaba de buena salud. Algo bajita si, pero eso se arregla con tacones. Lo que pasa que como es bajita tiene mala leche. No es que sea una ley universal, pero Claudia es de las de mala leche. Cuando estaba haciendo las prácticas de la carrera, ¿ya te he dicho que es sicóloga?, en un colegio de primaria, o una guardería, o de secundaria, ahora no me acuerdo, a la hora del recreo se dirigía hacia el patio encendiéndose un Ducados, y le metió un collejazo la jefa de estudios que se le cayó el cigarro de la boca, y mientras nuestra Claudia se giraba iniciando un juramento en arameo, la repartidora de collejas le estaba pidiendo nombre y curso para expulsarla. Claro, como es bajita y rubia y cara de nena y de carmelita y tiene muy mala leche…hay que tener en cuenta que lo de la cara de carmelita es porqué sigue usando las mismas kickers que cuando iba al colegio y…
-¿No has visto lo que llevo en los pies? Yo llevo kickers desde el colegio, y no tengo nada que ver con las carmelitas.
-¡No me interrumpas! ¡No! ¡No! ¡Dos noches de meditación para ordenar mis ideas y tu hablando de tus kickers! ¡Todo el boato para tus kickers y la purria para mi!
-Fabián, ¿te aprieta el pañal? ¡Que carácter, hijo! Sigue con la bajita…
-¿Qué bajita? No te enteras, guapa. Sigo. Mauro trabajaba como tour operador y viajo a España no se si para un congreso o para otra cosa. En aquel momento Claudia también estaba en Madrid haciendo algo de lo suyo, de eso que hace ella con los ratones y el estrés, que también pobres bichos ponerlos a correr todo el santo día sin dejarlos ni comer , ni beber, ni follar, ni dormir, ni fumar ni nada. Seguro, pero que muy seguro, que ningún ratoncito de esos se ha vuelto a reencarnar en ratoncito de laboratorio. Que vida, pobrecitos. Si algún día veo yo a una zorrona vestida con pieles de ratón, no se que me da, pero seguro que sería algo escandaloso y violento. Bueno, pues Claudia y Mauro se encontraron en la cafetería del hotel en el que estaban los dos. Se vieron de lejos ahora, otra miradita después. Él pensó: ¡Guaaauuuu! Ella, mucho mas práctica que él, pensó: bueno, ¿y porqué no? Y se acercó el uno a la otra y la otra al uno y se la pasaron hablando en vez de follar. Y hablaban y reían y se sonreían y se miraban de reojo y se rozaban las manos y no se decidían y no miraban el reloj. ¡Ay, que tierno!
-Algo de tierno tiene.
-Silencio, Evita. Se intercambiaron direcciones, correos electrónicos, teléfonos y todos los datos de interés posible para alargar la despedida. Durante unas semanas nadie supo nada de nadie. A él le acababan de operar de la hernia y no tenía las pelotas para tangos, y ella, que era muy seriota en lo suyo y en lo de los demás, que veía que no dejaba de pensar en él pero que se le hacía un nudo terrorífico en la garganta y en la cuenta corriente cada vez que se atrevía a consultar los vuelos transoceánicos. ¡Voy a llorar!
-Hombre, bien esta que te emociones. Se supone que es lo que hace el hombre moderno y sin complejos.
-Pero tía, ¿tu me has visto? Si me vestía de la Pantoja en las funciones del colegio.
-Eso solo significa que eras un aspirante a la mariquita loca que estas hecha, y que tienes un pésimo gusto para los faralaes. Déjalo, sigue con el de la hernia.
-¡Que no puedo, que no me acuerdo! ¡Me distraes demasiado!
-Respira hondo. Se conocen, les separa un océano…
-¡Ah! Entonces ella decide escribirle un e-mail muy formalito de cómo estas y tal, y ya que me pillas en el teclado que tal tiempo hace por tus Buenos Aires, y él le contesta que por Buenos Aires buen tiempo, recién operado de una hernia inguinal (¿no te diste cuenta?) y ella que ¡Oh, como lo siento! No me di cuenta de tu hernia (joer con la hernia, anda que no es hernia…) y él que es posible que en breve vuelva para Madrid y ella que lástima, que seguramente no tendré que estar allí en esas fechas, pero tu dime cuando (y así me paso por la esteticienne ) e intentaré hacer un hueco y él que bonito sería y háblame de las fallas y ella ¡pues es verdad! ¡te invito a las fallas de Valencia (xiqueta meua, que del carrer eres l’ama, per culpa teua tinc el cor ences en flama) y él que bárbaro, que si que hará por llegarse a Valencia. Total, que el vino y ya no se fue. Ahora ya no es argentino: es griego. O su padre o su madre eran griegos, y no se que movida ha hecho con la nacionalidad para poder ser comunitario. Pero él sigue diciendo que Dios existe y es argentino, che.
-¿Y?
-Que desde entonces ella se pone falda.
-Sigo sin entenderte.
-Niña, el amor como es bueno para todo, le ha dejado los glúteos de gimnasio a Claudia y ahora se pone faldas muy monas por qué ya no se ve el culo gelatinoso.
-¿Y por eso dices tu que el amor se nota en las nalgas?
-¡Claro que si! Lo mires como lo mires, el amor siempre acaba en el culo.
-Joerrrr…
-¿Qué fue lo primero que le miraste a Happy? ¿El culo?
-El culo no fue lo primero, pero tampoco fue lo último.
-¿Y a que tiene buen culo?
-Si, pero su culo no me ha pedido el matrimonio, así que no entiendo (sigo sin entender) lo de que el amor se nota en las nalgas.
-¿Y la expresión: “se me pone el culo así de grande de la satisfacción” no te sirve de ejemplo?
-No.
-Hija, que negada que eres.

De camino a casa, y habiendo cambiado de tema cuarenta o sesenta veces, pasamos por debajo de la sempiterna obra de la esquina de mi casa, y ya despidiéndonos, mi obrero
de cabecera me soltó un amable “ ese culo apretaoooooo”, con tan mala suerte que lo oyó mi Fabián, y así como es él, fresca y natural, le dice al obrero:

-¡Guapetón! ¡Oye! ¿A que te echarías de novia a mi amiga?
-¡Ahora mismo y el sábado ya quedamos! ¡Ja,ja,ja!
-¿Ves, Evita? Te pongas como te pongas, el amor esta en las nalgas.