jueves, 29 de marzo de 2007

WIRELESS ( I )

A Una que cocina potaje e invita.
A el señor o señora de la tele que viene todos los días. No deje de venir.
A John Cleese, que sería la leche si me leyera.



De Don Hortensio Veracruz Timonel decían que no tenía muchas luces. Lo decían los de acá, los de allá, y los médicos a los que él iba a visitar. Envidiosos.
Don Hortensio tenía chirivitas en los ojos y claveles en el pelo, y era tan excepcional, que de bien chiquitito le enseñaron a disimular.

-Hortensio, mi bien,- le decía su mamá mientras engañaba con el peinado las flores de su testa- no enseñes tus alas de ángel, que los cazadores te creerán palomo y los campanarios cigüeña.
-Pero mami, yo quiero estirarlas, que de tanto encoger me duele la espalda.
-Hortensio…-decía su madre con un tono de impaciencia, y el pobrecito niño, que también tenía una estrella en el pecho, asentía resignado.

Don Hortensio trabajaba de contable en una imprenta. Le tenían por raro y desmandado, por qué a pesar de las reformas en el negocio, él se empeñaba en trabajar en el sótano. Y no era ni por feo, ni por tonto, ni por raro. Es que allí solo y en la penumbra, podía oír como se reían las hadas y escuchaba inagotable sus cotilleos.

Y pasaban los años, y de escuchar, aprendió idiomas y dialectos. Y de buen lingüista hasta casi se hizo buen conversador. Pero llegaron tiempos modernos cargados de modernas tecnologías, y cada vez le costaba escuchar más a las hadas. Se llenó de desesperanza. Enfermó por dentro, y tanto enfermó que languideció por fuera, y tanto languideció por fuera que se hizo muy flaquito, casi tanto que se confundía con las sábanas y ya un día no se pudo levantar.

Don Hortensio ya casi no quería vivir, pero una noche de mucha luna de grande y blanca, le fue a caer un rayo de luz justo al lado de la cama. Estiró su mano flaquita y no llegaba. Estiró su cuerpo flaquito y no llegaba. Y tuvo que salir de la cama.

-Si es mi último suspiro, que sea de plata.-Y se acercó hasta el lado de la ventana, y se le llenó el cuerpo de hormiguitas y la estrella del pecho se le hizo grande y dorada.
Miró sus manos, y en sus manos le había crecido un libro. Y debía ser un libro de hadas, por qué se escribía solo si lo mirabas.

“Dame tu abrigo, tu bastón y tu sombrero. Puedes sentarte en el diván si quieres.”
-¿Quién eres?
“La pregunta es que soy.”
-¿Qué eres?
“Soy Wireless.”

Y en un plis-plas Don Hortensio se sintió bien, y se hizo muy amigo de Wireless, y se tomaban bebidas espirituosas. Y a veces, Don Hortensio invitaba a su vecino para compartir conocimientos.

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domingo, 18 de marzo de 2007

DESPEJANDO X

Cuando empieza el año, la mayoría se esfuerzan por cumplir con la lista que elaboraron el año anterior. Yo también tengo mi lista, y como dije en alguna ocasión, le añado y quito cosas según día y hora. Es que una no está para tomar decisiones en firme. Tampoco en laxo. En fin. Carezco de voluntad, y en más de una ocasión, incluso de dignidad. Y es que me prometí no soportar más berrinches de unos y de otros, y hacer que los otros aguantasen lo mío, que mucho te quiero perrito, pero a mear a la puta calle. Pero que le voy a hacer, me puede el amor y el poco carácter, así que de nuevo me he visto envuelta y revuelta en otra rotura huevil de mi Fabián de todos los Santos.
Y ya me tiene la melena alborotada.

¿Se debe olvidar a un ex lenta y dolorosamente, o por el contrario es recomendable comportarse como un potro desbocado y living la vida loca?

Mi Fabián no fue siempre tan reputa y tan refrívola. Durante un tiempo fue el elegante novio de un elegante médico. Un buen día el flamante novio del novio decidió que Fabián ya no le parecía tan estimulante. Et au revoir. Fabián lo pasó realmente mal. No sabía que hacer con su vida ni con el ajuar que tenían a medias. Yo hacía de todo para animarlo. Me lo llevaba al cine, de copas, al zoo, de compras…pero nada. Seguía deprimido y flaco como un junco. Él decía que por lo menos estaba favorecido y que recordaba un poquito a Marlene Dietrich. Yo creo que me recordaba a Josele Román.
Poco a poco se le pasó la tristeza y recibió el alta por parte del Dr. Amor encarnado en un estudiante de arquitectura árabe. Después se fue de fin de semana con un camarero, de balneario con un informático, a una ruta gastronómica con un cocinero y a París con un maestro de primaria. Entre semana se mantenía de lo más distraído coqueteando con el realizador del programa donde Fabi ejercía de cámara. Mi Fabián se veía de lo mas fortote y de lo mas guapote, inmunizado a las flechas del amor. Pero claro, la plenitud no es eterna. Y mi tranquilidad tampoco.

-¡Effie, Effie!- Solo me llama por ese nombre tan horrible cuando tiene problemas.- ¡Todo me pasa a mí, todo me pasa a mi!
-A mi de momento me esta entrando dolor de cabeza, guapo. ¿No puedes hablar un poquito mas bajo? ¿Algo así como las personas normales?
-¿Es que no ves que estoy fatal? ¡Ay, ay, ay! ¿Tú no sabes lo que me está pasando?
-No lo se, pero supongo que en breve lo sabré.
-¡Qué poca sensibilidad! ¡Se supone que somos amigos!
-De acuerdo. ¿Qué te ha pasado? ¿Te encuentras bien? ¿Puedo ayudarte en algo?
-¡Ay, ay, ay!
-¿Y? Anda, toma aire…relájate…así…
-El gimnasio.¡Qué dolor! Yo pensaba que ya estaba, que ya no pasaba nada, que para eso se tienen experiencias, que uno ya tiene edad de contarlo y reírse, pero con mallas no se puede y…
-¿Mallas? ¿Qué no se puede contar con mallas?
-¡Que hoy me he puesto mallas en el gimnasio! ¿A que tío le pueden sentar bien las mallas?
-¿A Nacho Duato? ¿Spiderman?
-Nacho Duato no cuenta. Además, como es bailarín esta muy bueno. Imagínalo con tu-tú. Seguro que ningún tío que menee el paquete de esa manera puede ser feliz con tu-tú.
El vengador Tóxico! ¡Ja!
-¡Por favor! ¡Estoy sufriendo y tú burlándote de mí!
-Vale, lo siento... Que te ha pasado con las mallas.
-Da igual lo que me pase, contigo no se puede hablar de cosas serias.
-Venga, mi Fabián: si te puteo es por qué te quiero.
-¿Y que mas da que tu me quieras?
-Pues si que esta mal el asunto…
-¡Le he visto! ¡Le he visto!
-¿A quien has visto?
-¡Tu no sabes lo que ha sido! Estaba yo hablando con Luís. No pongas esa cara. Con mi Luís, ese que es tan mono pero que no hay manera. Sabes que pasa, es que se ha separado, o enfadado, o el novio se ha ido de viaje, y claro, me sabría muy mal que el chico pasara las fiestas solo, que irte de fallas por ahí solo es un poco aburrido, así que me he dicho Fabián, querida, debes acompañar a este chico a todas partes y sobre todo procurar que no duerma destapado. Pues ahí estaba yo desplegando todo mi encanto y mi savoir fair, cuando se me ha ocurrido, para darle algo de chicha para la chicha que físicamente es imposible que tenga el tema, por que lo suyo y lo mío suman dos colitas, para que me entiendas, lo de chicha cámbialo por miga, que tu eres muy tonta y enseguida te confundes. Imagíname a estas alturas con almejas y ostras. No sabría ni como mirarlo…si de frente, si de lado. Es demasiado complicado y yo demasiado cómodo para estas alturas cambiar champán por gaseosa. ¿A dónde te crees que vas? ¡Si ni siquiera he empezado!
-Fabián: no te quiero, no eres mi amigo y me importa un huevo lo que te pase.
-Vale, chica. ¡Que carácter! Ten en cuenta que el detalle es muy importante. Tienes que pensar en el futuro: Jennifer López tiene que ser la estrella que me inmortalice en una película, así que es mejor que no olvide ni un poquito de mis tristes momentos para que el biopic sea lo mas realista posible. Claro está que tengo mejor cuerpo que ella, pero es tan mono y tan follable el marido que he pensado que…
-¡Basta!
-Bien. Tú ganas, zorra. Pues no se me ha ocurrido otra que contarle a Luís el chiste de la silla y de la cosa pegada a la silla, y como se ha reído he hecho lo de la palmadita al aire con la levantada de pierna.


-¿Y ahora porqué narices te callas?
-Solo era una pausa dramática, que el momento lo requiere. Pues que el muy muy muy me suelta: -¡Anda, como mi amigo Roberto! ¡Lo cuentas igual que él!
-Roberto… ¿tu Roberto?
-Pues eso le he preguntado, que si no seria el Dr. Roberto Arce, el traumatólogo. Y la muy locaza, que si, que anda, que si le conozco, que pequeño es el mundo, pues es socio también de este gimnasio, que si, que hace poco, que lo recomendó muchísimo Paco.
-¿Quién es Paco?
-El novio ese de Luís, que no te enteras.
-Pues no, no me entero.
-¿Y que vas a hacer?
-¿Qué que voy a hacer? ¡Pues no lo se, querida, por eso estoy sufriendo y chillando para que me aconsejes!
-Cielo, ya no estáis juntos. Él tiene su vida y tú la tuya. Era inevitable que os encontrarais algún día. Frecuentáis los mismos círculos.
-Yo, por si acaso, me he comprado un chándal preciosísimo, zapatillas divinas, bolsa de deporte nueva y vaqueros y camiseta geniales para después del vestuario. Y ya he procurado asegurarme de que sabe que yo también estoy en ese gimnasio. Eso es todo un gesto por mi parte.
-Hombre, no me parece un gran gesto. Es mas bien un gesto indefinido.
-Bueno, pues me voy a casa a ver si me ha dejado algún mensaje en el contestador.
-¿Eso no te parece un poco pasivo/agresivo?
-Es que tú no ves esas pequeñas cosas.
-Gracias a Dios y a que la mayor parte del tiempo no llevo las gafas puestas.
-Nunca tendrás novio…o si, que eres muy mona. ¿Me puedes dejar 300€ para gastos? Es que con el chándal he llegado al límite de la tarjeta. Espero que Roberto al verme tenga al menos curiosidad científica.
-No desperdicies el tiempo en alguien que es muy capaz de hacerte llorar.
-Entonces vámonos a comprar limones.
-¿Y para que coño quieres limones?
-Por qué este armario queda oficialmente clausurado y no querrás que me lance en busca de un ostrón sin ni siquiera un chorrito de limón.
-¡Ja! No te veo yo a ti diciendo Bernarda, me pones la verga berraca.
-Ni yo. ¡Ay, ay, ay! ¡Quiero a Roberto! ¡Quiero ser patinadora de Carrefour!
-En fin… En ese caso, señores y menos señores, este armario queda de nuevo inaugurado.